El Movimiento Guevarista 8 de octubre (MG-8) de El Salvador, es una organización de cuadros política y revolucionaria que rige su funcionamiento, orientación y actividad táctica y estratégica por los valiosos principios del marxismo-leninismo, por los valiosos aportes hechos por Mao Tse Tung, Ernesto Guevara y muchos otros grandes líderes revolucionarios que han hecho importantes aportes en la práctica y en la teoría para transformar radicalmente el orden existente.

lunes, 28 de noviembre de 2011

CAPITALISMO Y DESTRUCCIÓN MEDIOAMBIENTAL.


Desde hace algún tiempo, los científicos comenzaron a advertir acerca del proceso de cambio climático que estaba teniendo lugar en el planeta producto de la voraz depredación hacia el medio ambiente que en la sociedad capitalista tiene lugar. La advertencia sin embargo fue tomada con poca seriedad y se le tomó poca importancia. Se intentó en un primer momento hacer creer como que tal cosa era una especie de “ficción inexistente” o en dado, caso como que el tema en discusión era exagerado y las reales repercusiones no eran tan graves como se pretendía hacer creer.
Hoy en día nadie niega que tal suceso es una realidad y está teniendo lugar ya en nuestro planeta. Resultó que las advertencias hechas lejos de ser exageradas se quedaban totalmente cortas ante la magnitud de los hechos. ¿A qué se debió la poca atención que el problema recibió? La advertencia hecha de que la actual forma de funcionar de la sociedad nos estaba llevando hacia una situación de barbarie, obligaba a cambiar la forma actual de funcionamiento de la sociedad, a buscar nuevas formas de llevar a cabo la producción, utilizar nuevas formas de energías, y a cambiar la práctica de depredar el medio ambiente. Todo esto estaba en directa contradicción con los intereses económicos de la sociedad capitalista que vive de explotar los recursos naturales sin el menor remordimiento y que es capaz de sacrificar todo, con el único fin de obtener mayores riquezas.
Constantemente se nos dicen cosas tales como que la destrucción del medio ambiente es necesaria para el progreso y que los que nos oponemos a los proyectos dañinos al medio ambiente estamos en contra de tal progreso. Pero resulta que ninguna formación económico-social se ha empeñado en dañar tanto al medio ambiente como la sociedad capitalista. Si fuese cierto que daño ambiental = progreso con todo el daño al medio ambiente causado durante siglos de capitalismo ¿cuánto no habría progresado ya la sociedad? Sin embargo, esto es más fácil de comprenderlo cuando se analiza el contenido de clase que existen en tales palabras. Cuando los capitalistas hablan de “oponernos al progreso” hablan precisamente como capitalista y no en nombre de toda la población. Pues resulta cierto en alguna medida. Tales acciones traen progreso, pero progreso para un reducido número de capitalistas, banqueros y políticos burgueses. La gran mayoría de la población solo sufre las consecuencias que tales prácticas irresponsables acarrean.
Por otro lado, es falso afirmar que el progreso social riña con la preservación de la naturaleza. Jamás en la historia hubo un desarrollo tecnológico tan avanzado como con el que contamos en la actualidad. El panorama que se nos abre en el terreno científico-tecnológico es inmenso hoy en día. Sin embargo, aquí también se pone de manifiesto el carácter reaccionario de la sociedad burguesa, que pone freno al desarrollo científico. Hoy en día las nuevas fuentes de energías renovables y no contaminantes podrían reducir drásticamente los niveles de contaminación existentes. Según los últimos estudios científicos, fuentes energéticas como el sol serían enormemente más eficientes que el uso de combustibles fósiles; ésta junto con las otras fuentes de energías renovables sería una fuente ilimitada de energía.
De manera que no es necesario sacrificar los “progresos de la civilización” para rescatar al medio ambiente. No hace falta más que un poco de voluntad para poner a la disposición todos los recursos con los que actualmente contamos. Pero es esto lo que no podemos pedir en las actuales condiciones: “voluntad”, pues, ¿qué pasaría con las industrias que actualmente ganan millones de dólares con el negocio energético si ésta llegase a ser tan abundante que los precios cayeran por los suelos? O peor ¿qué pasaría con la industria del petróleo -que mueve millones de dólares- si este dejase de utilizarse en virtud de una fuente mucho más eficiente? Resulta que a los capitalistas y a la sociedad capitalista en general no le interesa en lo más mínimo resolver nuestros problemas, sino simplemente les interesa lucrarse de éstos, de forma que sólo resuelven las necesidades ahí en donde pueden sacar un lucro económico.
Desde hace algunos años hemos visto incrementados vertiginosamente los desastres causados por el deterioro medioambiental. Hemos visto olas de calor en Europa, EE.UU Australia, etc. Sequías y hambrunas en áfrica. Inundaciones en el sudeste asiático, Sudamérica y nuestra región. Estos efectos se ven en todo el mundo, pero las formas en las que se manifiestan los problemas adoptan la forma de las distintas particularidades que posee cada lugar determinado.
Las clases dominantes intentan hacernos creer que el problema de la destrucción del medioambiente es un problema causado por toda la humanidad, un problema que responde a la “naturaleza destructiva de la sociedad humana” intentan con esos artificios hacernos creer que la responsabilidad es de todos y que por lo tanto no podemos hacer sino lamentarnos por “la maldad inherente a nuestra civilización”. Sin embargo semejantes ideas no son sino meros subterfugios para ocultar la verdadera responsabilidad. Nosotros sabemos que el actual daño infringido a la naturaleza no es obra más que de la forma en la que la sociedad funciona. Una sociedad basada en la explotación y la obtención de beneficios cueste lo que cueste. Y por lo tanto es obra de aquellos que administran y controlan este sistema; es decir de las burguesías y sus representantes los políticos burgueses… que son quienes ponen a funcionar el actual estado de cosas en provecho suyo.
A menudo la burguesía nos da una verdadera muestra de hipocresía lamentándose de los problemas y sufrimientos causados por los desastres provocados por las alteraciones ambientales a la vez que responsabilizan de esto a la “cultura de las masas” esto es completamente falso. Se sabe, por ejemplo que los países que contribuyen mayoritariamente en la contaminación medioambiental son los llamados países industrializados, es decir, las potencias imperialistas. EE.UU por ejemplo es causante del 30% de los gases de efecto invernadero emitidos en todo el mundo anualmente. Sólo esta nación imperialista emite casi un tercio de estos gases contaminantes! Situación análoga encontramos en el resto de países imperialistas.
Las masas populares a las que se acusa de ser las responsables del deterioro medioambiental se limitan simplemente a cargar con el peso de los inconvenientes a los que dicho deterioro conlleva. En áfrica, (aunque no solo aquí) los ríos se están secando; la cuenca del Congo que en el pasado ha sorprendido con su majestuosa belleza dominadora del paisaje a todos los ojos que hayan tenido la oportunidad de contemplarla, se seca ahora con rapidez, producto de la sequilla que parece afectar cada vez con mayor frecuencia la región, reduciendo las lluvias en algunos casos hasta en un 50%1. El cambio climático cobra la vida de 350.000 personas y se estima que esta cifra ascienda a un millón de personas dentro de unas dos décadas. Los daños económicos producto de este trastorno en el clima de la tierra los sufrirán sobretodo los países más pobres, entre ellos Centroamérica, el Caribe y América del Sur2
 
Las potencias imperialistas sin embargo se limitan a explotar y a gozar los frutos de la explotación que le propician al medioambiente:
Los países desarrollados disfrutan la depredación del medio ambiente en el sur, no del suyo. Casi el 60% de la tierra que aprovechan los europeos está en países pobres. Directamente entonces no es su problema cuidar la naturaleza de otros aunque sean los que la destruyen para obtener beneficio económico. Tiene razón el mundo en desarrollo cuando exige a las potencias occidentales financiar las medidas de paliación del daño ambiental que hicieron. Sin embargo ese pago justo no llega.”3
De donde está claro que:
“…la conducta normal en el capitalismo es la de intercambiar la muerte de la naturaleza por dinero. De preferir un corto presente en desmedro de un largo futuro.4

Un informe publicado por el sitio web: “amigos de la tierra” demuestra la práctica voraz de los países Europeos que explotan los terrenos de los países pobres para mantener sus elevados y lujosos niveles de consumo, dañando de esta manera el recurso terrestre de otros países y llevándose los frutos que éste produce:
Casi el 60% de la tierra usada por Europa se importa, es decir, Europa usa una superficie en otras partes del mundo equivalente a 10 veces el tamaño de Alemania. Precisamente Alemania, el Reino Unido, Italia, Francia, Países Bajos y España son los principales consumidores de tierra del mundo. 5
En la sociedad burguesa, marcada por la profunda división de las clases y las relaciones antagónicas entre ellas, es regla general el que una clase sea la que tenga el privilegio de disfrutar de los placeres, frutos, y comodidades; en una palabra, de todas las conquistas que esa sociedad logre conseguir. El resto de las clases y grupos oprimidos, por el contrario, se verá forzado a cargar con los inconvenientes, sufrimientos, angustias, dolores e infelicidades que esta sociedad posa sobre ellos, sin ninguna posibilidad de disfrutar de los más mínimos logros. Esto es lo que sucede en la actualidad. Y tal situación es propia de toda sociedad basada en la propiedad privada, explotación y la existencia de clases sociales; no desaparecerá por tanto sino hasta que éstas desaparezcan; es por lo mismo, una situación a la que solo la sociedad comunista es capaz de poner fin.
Para el caso de nuestro país, no somos ajenos a este malestar que afecta cada vez más al mundo y se le impone como uno de los principales y más preocupantes desafíos a los que éste se tiene que enfrentar. Desde hace unos años, nuestro pueblo ha tenido que sufrir continuos desastres que han golpeado repetidamente a nuestras masas campesinas, pequeños productores obreros de nuestro país y que repercuten cada vez con mayor fuerza y adquieren un carácter destructivo siempre mayor. Hemos subrayado la responsabilidad que los magnates de las industrias capitalistas tienen al provocar un trastorno en el clima mundial; hemos mencionado también que, en última instancia son los más pobres los que sufren las consecuencias (precisamente los menos culpables), pues bien, nuestro país es un perfecto reflejo de tal situación, miles de familias lo han perdido todo con las últimas lluvias en este octubre del 2011; pero, ¿acaso es la primera vez que esto ocurre? Los desastres han puesto el tema del cambio climático a la orden del día; nadie niega ahora las serias implicaciones que esto tiene para nuestro futuro inmediato. Sin embargo, las víctimas han sido todas en su inmensa mayoría personas humildes y de pocos recursos.
Durante muchos años, los capitalistas de la construcción hicieron millones construyendo residencias en lugares poco apropiados y que hoy se han visto destruidos. La burguesía nacional por su parte, ha construido sus asentamientos en lugares elevados, con climas agradables que antes constituían zonas boscosas, como resultado de dicha práctica, las lluvias que antes se filtraban en el suelo, alimentando los mantos acuíferos, se ve obligada a correr ahora hacia el valle, inundando los asentamientos pobres de la ciudad.
Se habla hoy con estos desastres de pérdidas económicas millonarias. Pero nuevamente ¿quiénes cargarán con las pérdidas? Ciertamente a millones de dólares se elevan las pérdidas de miles de campesinos que han perdido sus cosechas quedando completamente arruinados; el Estado tendrá que invertir millones en la reconstrucción, para lo que ha recurrido al endeudamiento cuyos pagos como se sabe que siempre sucede son cargados sobre el pueblo. 
 
Pero en esta situación, en medio del dolor, también hay ganadores. Tras la ruina viene la reconstrucción, y las empresas constructoras se frotan las manos. Luego de las pérdidas de toneladas de producción agrícola, los empresarios al estilo de Alfredo Cristiani, que hacen sus ganancias de la importación de alimentos, y que en años anteriores en los que los gobiernos neoliberales tuvieron en su poder el aparato del Estado se esforzaron en destruir el sector agrícola nacional, sonríen ante un nuevo golpe recibido por este sector y la posibilidades de hacer negocios en medio del desastre.
De todo esto resulta que mientras sigamos atados a las fuerzas desincontroladas de la producción capitalista, mientras se siga viendo a la naturaleza como una mercancía más y no como una parte esencial de la vida humana, estaremos destruyéndonos a nosotros mismos. 
 
El modo de producción capitalista, solo valora aquello de lo cual es capaz de obtener una ganancia monetaria. Convierte a las personas en meros instrumentos para la producción y no ve en la naturaleza más que una enorme fuente de la que puede extraer materias primas. Engels ya entendía las peligrosas consecuencias de tratar a la naturaleza como algo completamente ajeno a nosotros; en un pasaje de su ensayo titulado “el papel del trabajo en la trasformación del mono en hombre” escribía:
No debemos, sin embargo, lisonjearnos demasiado de nuestras victorias humanas sobre la naturaleza. Esta se venga de nosotros por cada una de las derrotas que le inferimos. Es cierto que todas ellas se traducen principalmente en los resultados previstos y calculados, pero acarrean, además, otros imprevistos, con los que no contábamos y que, no pocas veces, contrarrestan los primeros…
todo nos recuerda a cada paso que el hombre no domina, ni mucho menos, la naturaleza a la manera como un conquistador domina un pueblo extranjero, es decir, como alguien que es ajeno a la naturaleza, sino que formamos parte de ella con nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, que nos hallamos en medio de ella y que todo nuestro dominio sobre la naturaleza y la ventaja que en esto llevamos a las demás criaturas consiste en la posibilidad de llegar a conocer sus leyes y de saber aplicarlas acertadamente6

4 Ibídem. Las subrayadas son nuestras.

6 F. Engels. El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre.

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